17 diciembre 2006
¿Un porro "para morir" o convivir con los porros?

«(...) La cuestión es cómo se logra prohibir lo peligroso y permitir lo asumible. Muy difícil, ya lo se, pero entre la tolerancia cero y la aceptación total tiene que haber un término medio.Un porro para morir
Algo tiene que ver con la educación; mucho con la edad; un poco con la economía; ciertamente que con la medicina; también con la política; muy complejo, pero no muy complicado.
Porque, como en todos los problemas sociales, la mejor solución es enfrentarse a ellos, dialogar y sacar consecuencias. Y decidir. Y mojarse. No entiendo por qué se puede montar un número por aquello de la venta de hamburguesas XL y a continuación reunirse en un despacho con los responsables de Burger King, y no se puede tener una sesión de trabajo con analistas de la droga y cultivadores domésticos.
Lo peor que le puede pasar a un responsable de Sanidad es creerse que es responsable de Interior. Cuando eso pasa, gana siempre Interior y queda coja la Sanidad. Interior tiene que tratar de delitos, Sanidad tiene que analizar muy cuidadosamente qué es insano. Mezclar los dos territorios es una tentación muy fácil para los dos, pero es un desastre para la seguridad y para la salud. Podemos tener miles de policías vigilando lo inútil y miles de médicos curando lo que nunca debió ser una enfermedad. Sería una pérdida de tiempo social: la más seria de las pérdidas de tiempo.»

Se agradece que Solana destaque el carácter multidisciplinar de las drogas y critique la pretensión de despachar este asunto exclusivamente con abordajes sanitarios y policiales, que se estorban mutuamente en lugar de complementarse. De hecho, la policía sólo debería intervenir en casos muy concretos (venta a menores, adulteración, estafas), y Sanidad debería dejar de confundir el derecho a la salud con la obligación de estar sanos, algo que parece imposible mientras Elena Salgado siga ostentando esta cartera ministerial.
No podemos dejar de lamentar que estos planteamientos se hagan siempre desde los aledaños del poder político, y nunca desde su mismo centro. Ahí están los lamentables casos de Alonso y Conde-Pumpido, que han abandonado totalmente sus antiguas inquietudes antiprohibicionistas nada más ocupar sus respectivos cargos.
Nos consolaremos pensando que todavía hay vida inteligente en el Partido Socialista. Habrá que esperar a que algún día esta inteligencia se contagie a quienes tienen la capacidad de tomar las decisiones pertinentes.
Etiquetas: PSOE
Enviado por DDAA 17:47