08 noviembre 2007
Rafael Reig: El niño de «El traje nuevo del Emperador»
Con todos los matices que se quieran añadir, en esto de las drogas hay tres posturas básicas:
Por un lado están los creyentes, que confían en las buenas intenciones de los prohibidores; piensan que algún día este problema, creado para eternizarse, se resolverá; se preocupan mucho por la gilipollez del consumo juvenil y comulgan con el enfoque sanitario/terapeutista sin reparar en que son pretextos pueriles para desplegar una serie de medidas que afectan sobre todo a los mayores de edad y tienen repercusiones muy negativas en el ámbito sanitario y en todos los demás; se alegran de las incautaciones y los decomisos como si sirvieran para algo y aplauden, con el entusiasmo característico de los aplaudidores de pago de los programas de TV, cualquier recorte de las libertades y los derechos.
Luego vendrían los que no creen en nada de esto, son perfectamente conscientes de la inutilidad del sistema internacional de control de drogas y saben que la prohibición no sólo no ha funcionado ni funcionará nunca, sino que ha causado problemas gravísimos que antes no existían... pero su trabajo y su sueldo exigen que se comporten como si pertenecieran al primer grupo.
Finalmente estamos los que, a diferencia de los miembros del segundo grupo y como el niño del cuento de Andersen, no padecemos ninguna constricción que nos impida proclamar que el Emperador va en pelota picada, que su lujoso traje no existe y que ver al monarca desnudo sería un buen motivo para estallar en carcajadas si no fuera por el enorme sufrimiento que provoca esta farsa sangrienta.Nos alegramos mucho de que Rafael Reig, columnista de Público y abstinente de cualquier droga que no sea el whisky, se encuentre entre nosotros y de que escriba para este periódico artículos tan refrescantes y certeros como el que hoy hemos podido leer bajo el título, La Pasión de Prohibir. Felicidades, Rafael, y que sigas metiendo el dedo en el ojo de los embobados espectadores de este Retablo de las Maravillas durante muchos años.
Entrevista en Diagonal:
«Para pensar hay que arriesgarse a no tener razón, a mear fuera del tiesto»
Etiquetas: contrapropaganda, humorismo muy serio
Enviado por DDAA 11:37
2 Comentarios:
Me encanta esta fabula, Rothbard escribio que el libertario es como el niño del cuento que se empecina en que el emperador esta desnudo, frente a el afan de no querer ver lo evidente de los demás. El problema es demostrar que incluso el emperador democratico esta desnudo. La libertad no consiste en poder elegir a tú amo, sino en no tenerlo.
Me alegra que haya gente comprometida con el antiprohibicionismo como vosotros. La verdad es que me esperaba a una suerte de trogloditas pseudosovieticos o progresguay sin cerebro. Una idea preconcebida que se ha demostrado falsa al menos en vuestro caso. Fallo mio.
Saludos
Me alegra que haya gente comprometida con el antiprohibicionismo como vosotros. La verdad es que me esperaba a una suerte de trogloditas pseudosovieticos o progresguay sin cerebro. Una idea preconcebida que se ha demostrado falsa al menos en vuestro caso. Fallo mio.
Saludos
De sabios es rectificar, Stewie. Desde luego que los sabios no abundan, y la mayoría de la gente prefiere instalarse en el prejuicio sin importar el arsenal de argumentos que el adversario pueda desplegar. Es muy raro, y más en este emporio del "sostenella y no enmendalla" que es España que alguien diga: "estaba equivocado". Como decía Chesterton (algún día le dedicaré un post a este gran hombre) «Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema»
El tópico del porrero descerebrado sirve como pretexto para no argumentar la postura prohibicionista, así que no es de extrañar que, por comodidad, desidia, pereza intelectual o cualquier otra razón similar, los "expertos" antidroga recurran tanto a este y otros estereotipos. Si se vieran obligados a refutar nuestros verdaderos argumentos (que no son "los porros son guay", "la marihuana limpia los pulmones" y demás insensateces) lo pasarían realmente mal.
El tópico del porrero descerebrado sirve como pretexto para no argumentar la postura prohibicionista, así que no es de extrañar que, por comodidad, desidia, pereza intelectual o cualquier otra razón similar, los "expertos" antidroga recurran tanto a este y otros estereotipos. Si se vieran obligados a refutar nuestros verdaderos argumentos (que no son "los porros son guay", "la marihuana limpia los pulmones" y demás insensateces) lo pasarían realmente mal.